Los deseos de
nuestro corazón
Navidad es un
periodo de deseos. Mismo si nuestra pérdida de la inocencia nos hace no
más creer en papá Noel, sabemos que hay un Papá del Cielo.
Y
nuestros deseos, expresos o no en alta voz, se multiplican. Y nuestro
corazón decide hablar con Dios como último recurso. Y
esperamos...esperamos...
Dificil
entender por qué ni siempre esos deseos se realizan. Pero Dios tiene
respuesta para todo.
Nadie conoce
mejor nuestro corazón que Aquél que vive dentro de él, Aquél que nos
formó. Nadie conoce el día de mañana y nuestro futuro más que Él. Nadie
sabe mejor las consecuencias de nuestros deseos que Él.
Cuando pedimos,
pedimos por nosotros, porque sabemos que aquello va a nos dejar felices.
Ni siempre reflejamos si es un buen momento y si la felicidad va a ser
duradera. Pero Dios es un Padre muy cuidadoso de sus hijos.
Una tierra,
antes de recibir una semilla debe estar bien preparada, arada, trabajada.
No se planta en cualquier época del año, todos lo saben. Es necesario
esperar la hora cierta.
Cuando
nuestros hijos nos piden algo y que sabemos que aún no es la hora, sea
porque no es un buen momento, sea porque queremos esperar una ocasión
especial para ofrecer, nosotros decimos no.
Con Dios
acontece el mismo. Él sabe cual es el mejor periodo para plantar en
nuestro corazón las semillas que pedimos. Él sabe cuando nuestra tierra
está fértil lo bastante para que la semilla no muera, o no dé una planta
que no tenga condiciones de desarrollarse.
Para
recebirmos ciertas cosas es preciso ter la madurez necesaria para
poseerlas. Si la recibimos pronto demás, podremos estar estropeando una
felicidad que podría ser perfecta y completa. Tal vez aún ni sea aquella
planta que se adaptaría perfectamente a la nuestra vida y en esas horas
es que Dios dice no.
Nuestro
mal es la impaciencia. No sabemos esperar la estación perfecta, el
momento cierto.
Pero Dios
no es un papá Noel que viene una vez al año para nos dar alguna cosa. Él
puede llegar cualquier día del año y, cuando menos esperamos, recibimos
nuestro presente! Él está siempre atento a los deseos de nuestro corazón,
exactamente como nosotros hacemos cuando las personas que más amamos nos
piden alguna cosa.
Y Él cuida con
cariño de cada pedido. Lo que necesitamos mismo es un poquito de la
sabiduría del rey Salomón que nos dejó el precioso mensaje que "todas
las cosas tienen su tiempo debajo de los cielos".
Letícia
Thompson
contact@leticiathompson.net
Traducción al español:
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