La voz del silêncio |
El silencio en el momento correcto
vale oro. Puede decir más que mil palabras, dar mil consejos y evitar un
situación embarazosa. Tenemos el hábito de hablar demasiado y nos
olvidamos de que no hay retorno para lo que ya se dijo.
En bastantes ocasiones cuando no
hablamos acabamos diciendo mucho.
Cuando hay un conflicto entre dos
o más personas y no consiguen contenerse, acaban por decir cosas que, de
reflexionarse, no dirían. Una discusión es como una hoguera y las palabras
son el viento que aviva la brasa; mientras más se habla, más arde la
brasa; mientras más se dicen las personas en esa situación, menos
reflexionan y acaban por alterar la voz, de forma que, al final, todo lo
que se oye son gritos.
¡Cuántas y cuántas personas no
estropean una relación solo por que no se dieron cuenta del momento
correcto para hablar y para callar! Cuántos malos entendidos porque,
queriéndose comunicar, acabaron simplemente cortando la comunicación con
palabras vacías y sin reflexionar!
Cuando hablamos demasiado rápido,
corremos el riesgo de decir lo que no diríamos si lo pensáramos dos veces.
Lastimamos así a los demás y nos lastimamos. El arrepentimiento que llega
inmediatamente después no borra las palabras, no corrige los errores y
debería servirnos de lección... ¡Lo cuál no siempre sucede!
Podríamos aprender a contar hasta
diez o incluso hasta 100 antes de responder bruscamente a algo que nos
afectó. La respuesta seguramente no será la misma después de pasado algún
tiempo. Pero para las personas que no logran contenerse en una discusión,
lo mejor es que se alejen temporalmente.
Es mucho mejor pensar sin hablar
que hablar sin pensar.
Una buena noche de sueño puede ser
excelente para calmar la llama. Se acostumbra decir que la noche dá
consejos. Pienso que, sobre todo, nos dá la oportunidad de, a solas, poner
en orden nuestra cabeza.
Pensar dos veces antes de hablar,
sí. Incluso tres o diez si fuera necesario. Quedarse en silencio cuando la
mejor respuesta es el silencio es dar al otro la oportunidad de pensar un
poco sobre la situación. En muchas peleas donde las palabras corren como
las aguas de un río, con frecuencia salen a discusión cosas que no
deberían estar allí. Se va desenterrando el pasado con palabras y
recuerdos y eso, en lugar de ayudar al presente, solamente lo empeora.
A veces la mejor respuesta es el
silencio, siempre y cuando no sea lo bastante prolongado como para cortar
la comunicación. Estar durante días sin hablar con una persona solo porque
ella está en desacuerdo con nuestra opinión, es inmaduro. Una noche es y
debe ser suficiente para que dos personas puedan mirarse de frente y
conversar como adultos.
Eso hace parte de la madurez. Las
personas maduras llegan en el momento correcto y parten en el momento
correcto en los encuentros marcados por la vida. Dicen lo que debe ser
dicho y escuchan calladas. Piensan con seriedad en lo que dice el otro sin
permanecer obstinadas con sus propias ideas. Se comunican, dan y reciben.
Crecen en sabiduría y contribuyen para que el mundo sea un lugar más
agradable de habitar.
Letícia Thompson
-Versión en
español por Eduardo e Irany Lecea- |
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