Derritiendo el hielo

 © Letícia Thompson

 

Las palabras quedan en la puerta de la garganta y no salen. La mano camina, en búsqueda del halago o de una otra mano, pero no llega a lugar ninguno.  Pensamos en  tomar una actitud, pero no tomamos. Miedo de rechazo. Miedo del no, que dolería más que una bofetada.

La barrera invisible que nos separa de las personas que más amamos se forma al hilo de los años. Generalmente comienza en la niñez, donde las manifestaciones de cariño son dadas a traves de otras cosas en vez de besos, abrazos o yo te amo. El amor existe, él está allá, indudablemente, pero se presenta de otras maneras. Quién nunca tuvo un tío, tía, padre o madre o pariente, que sabe que ama, pero que no consigue dar un abrazo caluroso porque alguna cosa impide esa aproximación? Eso acontece mismo entre hermanos. 

Lo peor es cuando tomamos la actitud de romper esa barrera y la otra persona se vuelve en estatua dentro de nuestros brazos, sin saber lo que hacer.  El sentimiento de rechazo que sentimos, aunque ni rechazo sea, puede desmoronar nuestra decisión de haber dado un paso a la frente. Es necesario mucho valor para mirar en los ojos de esa persona y decir que ella te cae bien, aunque ese sentimiento sea claro y evidente. Y es necesario dar a la otra persona el tiempo de se amoldar y se acostumbrar con esa nueva manera de ser.

Es simple! Para se derretir el hielo, nada mejor que el calor. No, tal vez sea obvio, pero simple no es. No en la vida, no con los sentimientos. No hay fósforo y ni mechero emocional. Hay un corazón y es de él que es necesario surgir la primera llama. Sólo de él puede emanar calor suficiente para derretir el hielo de la indiferencia, para derrumbar la barrera que nos impide de estar más próximos de las personas, principalmente de aquellas que amamos y que sabemos que nos aman, mismo que no expresen eso con gestos y palabras cariñosas.

Es sabido de todos que calor derrite hielo, despacito, pero de manera cierta. Y si no derretir es porque no era hielo, era piedra mismo.

Cuando estuvieres cerca de alguien que amas y que te ama y que tu corazón acelerado te dijera para cambiar en gestos lo que sientes por esa persona, no tengas miedo. Y no esperes recibir retorno inmediato, no te quedes decepcionado si la persona quedar en "estado de choque". Deja a ella el tiempo de rehacerse, mira en sus ojos y en otras oportunidades intenta nuevamente.

Con el tiempo vas a sentir que el hielo comienza a derretirse y que la persona se abandona, tal vez aún brazos te circunden y te aprieten. Tal vez aún lágrimas surjan, pero serán lágrimas de felicidad. 

Y si, después de leer todo eso, percibires que eres tú la persona que está del otro lado, no pienses que es anormal. Somos todos la consecuencia de una creación. Déjate envolver por el calor que invade y vas a percibir que de ti mismo va a emanar cariño que podrá cambiar todo al tu alrededor.

 

 

Letícia Thompson

contact@leticiathompson.net

Traducción al español:

Dorcila Garcia
 
 

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