No es bueno que el hombre esté solo...
La mujer forma parte de los cimientos del mundo, es la Flor que fue creada después de que todas las flores ya existían, porque mirando en derredor el Señor no encontró algo que satisfaciera Su corazón para darle al hombre una compañía. Ni las estrellas, ni el infinito, ni los campos y todas las cosas creadas.
Y fue con delicadeza, cariño y ciertamente mucho amor que Él la moldeó, inspirado por la belleza que existía, de forma que estuviera al lado del hombre para que este se sintiera que lo que faltaba en él, ella lo completaría.
Y, tal vez por haber sido el punto final de toda la creación, ella llegó así, diferente, voluntaria, con una sensibilidad más aguda, un poco de maña, pensando con el corazón, fuerte y suficiente para generar hijos y darle continuidad al mundo.
Imperfecta tanto como se puede ser, construyó y construye la historia, ora trayendo perdición, ora la salvación, pero siempre, siempre caminando en busca del lugar que le fue dado por derecho desde el principio.
Maliciosa, consigue lo que quiere con dulzura, como las flores que atraen a las abejas más cautelosas, dejando finalmente en ellas, la impresión de que son las grandiosas y fuertes vendedoras. Y aún se ríe... ¡Con el pecho lleno de ternura !
Perla reconstruída con el poder del dolor, encanta al mundo, rescata sueños perdidos y trae esperanza al mundo en cada grito, en cada rayo de luz que va esparciendo, prometiéndole a la tierra un nuevo mañana.
Letícia Thompson
