Los gestos también hablan
Cuando las palabras
callan, los gestos hablan.
A veces, vivimos
situaciones en que las palabras parecen desaparecer de nuestro
vocabulario. Se anudan en el estómago, suben hasta la garganta y no
sabemos, no tenemos idea de cómo sacarlas. Muchas veces sucede cuando
nuestros amigos nos necesitan más. Y es allí precisamente, cuando nos
topamos con esa barrera. No sabemos que decir, no tenemos una
explicación aceptable para el sufrimiento, sentimos miedo de decir
algo indebido y nos quedamos quietos.
Encontramos palabras con
facilidad, en su mayoría ya gastadas y repetidas, para expresar
nuestra alegría, nuestro deseo de felicidad, sin importar si alguien
ya las dijo o no. Tomamos prestadas esas frases comunes y hacemos con
ellas nuestro mensaje. Y nuestros amigos lo reciben con el corazón
abierto, con la sonrisa estampada, porque ellos también hacen uso de
lo mismo. Es la costumbre, es normal, es gentil, es noble. Es millones
de veces mejor que el olvido.
Nuestra gran dificultad
es expresar palabras de consuelo cuando nosotros mismos tenemos un
corazón molido por el dolor al ver el sufrimiento del otro ¡
Conscientes de que no podemos hacer nada !
Va a pasar, ya lo sabemos,
pues todos los dolores pasan, como pasan las noches de luna y los días
de sol. Nada es estable y constante.
¡Y queríamos tanto
encontrar las palabras exactas que amenizaran el sufrimiento, que
proporcionaran consuelo inmediato, que anestesiaran o curaran de una
vez ! Y entonces, en el instante exacto, las palabras mueren.
Pero existe un secreto
que solo los ángeles conocen: ¡Los gestos hablan !
Las flores hablan mucho.
Un beso habla. Una caricia es como una voz dulce y suave. Una
presencia, aún callada, dice bastante. Un abrazo habla muy alto. ¡Una
mirada sincera dice tanto ! Una mano que toma otra mano habla como
varias bocas y centenas de corazones ...
Cuando las palabras se
rehúsen a salir de ti, habla con gestos. El otro comprenderá.
Se tú el ángel callado
que traerá un pañuelo y permanecerá al lado para que el otro se sienta
menos solo. Dar de si vale más que todas las palabras del diccionario
juntas. Y en esos instantes, Dios también calla. Como nosotros, Él se
contenta en vernos con ternura, haciéndonos sentir mejor.
Letícia Thompson